lunes, 22 de febrero de 2021

LECCIONES DE LIDERAZGO. LA RESILIENCIA DE JUAN DE AUSTRIA


D. Juan de Austria, también llamado Jeromín

Veintiún años tenía Juan de Austria cuando su hermanastro Felipe II le encomendó acabar con los piratas islámicos, que tanto daño estaban produciendo a los barcos españoles y del resto de Europa. Un viaje a Italia albergaba más peligros que una travesía por el Atlántico hasta el nuevo mundo, estabas expuesto a ataques de piratas, esclavitud y hacinamiento en una fortaleza de Marruecos, Argel, Túnez o Tripolitania a la espera de que pagasen rescate por ti, o a morir por no tener dinero para pagarlo. Te invito a ver este vídeo para conocer mejor a nuestro personaje.



En el año 1570, las tropas otomanas tomaron Chipre y, al año siguiente, devastaron todo el Adriático desde Corfú a Venecia. El Mediterráneo corría un serio riesgo de convertirse en un lago otomano. Por ello, el papa hizo un llamamiento a las potencias católicas para hacer frente a la amenaza turca. Francia optó por pactar en secreto con los turcos, Portugal se mantuvo al margen porque pensaba que no iba a obtener beneficio alguno, Inglaterra y resto de países protestantes no iban a apoyar esta iniciativa católica, los alemanes les pillaba muy alejado el problema. Sólo el reino de Venecia y España acuden al llamamiento del papa.

Uno de cada cuatro soldados españoles había muerto o resultado herido en el levantamiento musulmán de las Alpujarras, en Granada, que también había sido sofocado por Juan de Austria. Se hacía imprescindible una nueva recluta de soldados. Éstos debían ser "de más de veinte años, útiles, desprovistos de enfermedades contagiosas, ni clérigo salvo que fueran capellanes". No resultaba fácil saber si un hombre tenía menos de veinte año o más de cuarenta. Al principio, los reclutadores intentaron ser rigurosos, pero a medida que fue pasando el tiempo y no se alcanzaba el número de soldados necesarios la vigilancia se relajó. Los reclutadores acabaron usando todo tipo de tretas para lograr alistamientos.

A Juan de Austria semejantes engaños le habían ocasionado una más que justificada cólera. Los que habían sido reclutados de esa manera no tardarían en desertar o en huir del combate y así se lo hace constar a su hermano Felipe II en su informe de octubre de 1568. En julio de 1571, zarpó finalmente la flota de Barcelona, don Juan no estaba satisfecho. Pero se sobrepuso a la realidad que le rodeaba. Ni contaba con tropas suficientes, ni éstas habían recibido las pagas que les correspondían. Para colmo de males, los turcos se habían apoderado de Famagusta, el último bastión cristiano de Chipre. De los 28.000 soldados con los que contaban, sólo 7.000 eran aportados por los socios de este proyecto. A pesar de todo ello, Juan de Austria optó por seguir adelante, con resiliencia. Iba a ser España prácticamente sola la que tendría que impedir con su sudor, con su sangre y con su oro que Europa entera se viera sometida al dominio del islam. 

Tras muchas más contrariedades, llegó la hora de la verdad. La visión de los barcos otomanos provocó un renovado ánimo entre los españoles. Don Juan adoptó una decisión arriesgada, cortar los espolones de las naves, que se usaban para envestir a los barcos enemigos. Pero con esta decisión conseguía que la artillería pudiera bajar su ángulo de tiro y apuntar directamente sobre las cubiertas de las naves enemigas. El impacto que desde el principio causó el fuego aliado sobre los musulmanes fue realmente pavoroso.

En un arranque de valor, don Juan dio orden de encaminar su buque insignia sobre la "Sultana", la nave del comandante en jefe otomano Alí Bajá, que se había hecho rodear de una flotilla de socorro, compuesta por millares de turcos. El enorme espolón de la "Sultana" chocó contra el casco de la "Real", el barco de don Juan. El espectáculo de amasijo de maderas, metales y carne resultó tan sobrecogedor que los turcos no pudieron evitar creerse a las puertas de la victoria. Eran siete naves contra una. Pero los españoles distaban mucho de darse por vencidos.

Después de una lucha cuerpo a cuerpo durante varias horas, sucedió un hecho trascendental. Un disparo alcanzó a Alí Bajá y, apenas caído, alguien llegó a su cadáver, lo decapitó y alzó la cabeza para que pudiera ser contemplada por todos. La batalla acababa de quedar decidida. Fueron muchos los momentos en que Juan de Austria y los suyos iban siendo derrotados, pero la resiliencia les había hecho perseverar en la lucha y alcanzar al final la victoria. Si quieres más detalles de esta batalla no te pierdas el siguiente vídeo.


Ni siquiera durante las guerras mundiales del siglo XX participaron en una batalla marítima tantas naves y combatientes. De las 330 naves otomanas que participaron, no más de 40 se salvaron, 130 hundidas y el resto capturadas por los hombres de Juan de Austria. Los turcos sufrieron 30.000 bajas y 10.000 prisioneros, frente a las 8.000 bajas de los aliados. Quince mil cautivos cristianos fueron liberados, que remaban en las naves turcas. Era el 7 de octubre de 1571 y fue el último gran combate naval de la historia

Una curiosidad, el verano pasado me topé con la lámpara que iluminaba el camarote de Alí Bajá en la "Sultana". Después de la batalla, don Juan de Austria la regaló al monasterio extremeño de Guadalupe y allí se puede ver en la Sacristía de la Iglesia de la Virgen de Guadalupe, con algún que otro agujero de bala.

lunes, 8 de febrero de 2021

LECCIONES DE LIDERAZGO. LA TENACIDAD DE OSIO DE CÓRDOBA

 "Acuérdate que eres mortal, teme el día del juicio(...). Confióte Dios el Imperio, a nosotros las cosas de la Iglesia. El que usurpa tu potestad, contradice a la ordenación divina; no te hagas reo de un crimen mayor usurpando los tesoros del templo. Escrito está: Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Ni a nosotros es lícito tener potestad en la tierra, ni tú, emperador, la tienes en lo sagrado". En estos términos se dirigía el cordobés Osio al emperador romano Constancio II. Con valentía y tenacidad defendía lo que creía que era justo. No me imagino a ningún religioso de hoy en día dirigiéndose con esta firmeza a ninguno de los poderosos de este mundo. Cien años de edad tenía Osio cuando escribió esta carta, que hizo bramar de cólera al altivo y pedante emperador Constancio.

Osio nació en Córdoba en el año 256 y murió en el año 357, sí, sí, vivió 101 años. Obispo de Córdoba, impulsor y primer firmante en el Concilio de Nicea. A él se le atribuye la redacción del credo de Nicea, que casi 1.700 años después se sigue recitando en las iglesias de todo el mundo como regla de fe y norma de creencia, ¡y es obra de un español!.

Sufrió Osio persecución religiosa y destierro durante la época del Emperador Diocleciano. Más tarde, aparece como consejero del Emperador Constantino en Milán, en cuya conversión también se le atribuye influencia. A la muerte de Constantino en el año 337, vuelve a España.

Osio murió en el año 357, con ciento un años, después de haber sido azotado y atormentado por los verdugos del emperador Constancio. Dedicó toda su vida a defender la ortodoxia de su fe, como he dicho antes, con valentía y tenacidad. Hizo frente a los donatistas y a los arrianos. El emperador Constancio, hijo del emperador Constantino, era partidario de la causa arriana y este es el motivo del enfrentamiento de Osio con el emperador y que le acabó costando la vida.

Pero lo más dramático para Osio no es eso, sino que después de dar su vida por lo que él creía LA VERDAD, pasó  a la historia de occidente como un renegado de su fe, que en el último momento se pasó al bando arriano. Esas cosas pasan. El enemigo que no ha sido capaz de vencerte en vida, pero que lo intenta con todas sus fuerzas después de tu muerte. Los propios arrianos extendieron el rumor de que Osio había sucumbido a la causa arriana en los últimos días de su vida. Hoy sabemos, gracias entre otros al gran Marcelino Menéndez Pelayo y su "Historia de los heterodoxos españoles", que eso no fue así, que Osio se mantuvo fiel a su fe, por la que dio su vida. Olvidado por esta tergiversación en occidente, la iglesia griega le venera como santo el 27 de agosto, día de su muerte.