lunes, 25 de enero de 2021

LECCIONES DE LIDERAZGO. LA COHERENCIA DE OMAR IBN HATSÚN

Me comprometí con mi amigo Javier Senén a escribir una entrada del blog sobre liderazgo. Me lo he pensado mejor. Me he acordado de Ignacio de Loyola, que durante la convalecencia de las heridas de una batalla, se dedicó a leer vidas de santos para más tarde convertirse él mismo en un gran santo. Pues eso, voy a escribir una serie de entradas sobre líderes españoles de todos los tiempos con la idea de que yo escribiéndolas y tú leyéndolas nos convirtamos en grandes líderes en nuestras empresas profesionales y personales. No se a ti, pero a mi me entusiasma este proyecto.

Hoy le toca el turno a Omar ibn Hatsún. Su familia había abandonado el cristianismo en pro del islam, como otras muchas familias españolas a partir del siglo VIII, tan sólo dos generaciones antes, cuando su abuelo Shafar se había convertido en la época del emir Al-Hakam I, el gran represor. Ya el islam había demostrado su incapacidad para tolerar a otra religión no ya en régimen de igualdad, sino de mera libertad de expresión. Tampoco estaba dispuesta a tolerar una cultura paralela que hasta entonces había sido muy superior. No obstante, estos conversos al islam, llamados muladíes, tenían en la sociedad de Al-Andalus, un papel en la vida política y social muy inferior al que les habría correspondido por su número y, sobre todo, por su capacidad. Mientras que las familias árabes invasoras monopolizaban el poder con desprecio y prepotencia.

Siendo aún joven, Omar había mantenido una discusión muy seria con un vecino y éste acabó muerto. Omar puso tierra de por medio y se marchó al norte de África como aprendiz de un sastre.

En el año 850, regresó a Al-Andalus y se sublevó contra el emir de Córdoba haciéndose fuerte en la serranía de Ronda. La rebelión fue inmediatamente secundada por un número extraordinario de partidarios que no podían soportar el dominio despótico del emirato. Treinta y tres años después de empezar la rebelión, Omar fue detenido y conducido a Córdoba, donde hábilmente se le ofreció un puesto en la guardia del emir. Omar se escapó y se volvió a rebelar con el argumento de sacarse de encima el yugo del emirato "que os quita vuestros bienes y os impone pesadas cargas". Con este argumento no tardó  en conquistar para su causa Auta, Mijas, Comares y Archidona. La represión del emir Al-Mundhir fue durísima, pero Omar no se rindió. En el año 889, conquistó Estepa, Osuna y Écija.

En el año 899, Omar controlaba la mayor parte del sur de Al-Andalus, y la autoridad del emir se había reducido a un pequeño territorio en los alrededores de Córdoba. Las razones del triunfo del muladí se reducían al hartazgo que la población de Al-Andalus sentía hacia los dominadores árabes por mucho que compartieran la misma religión.

Omar se veía cada vez más como un jefe hispano que recuperaba las tierras ocupadas por los invasores casi dos siglos antes. Fue entonces cuando dio un paso que marcaría trascendentalmente su trayectoria política y que presentaba una innegable coherencia, su conversión al cristianismo.

En septiembre de 917, falleció Omar ibn Hafsún y sus hijos sólo pudieron prolongar la resistencia hasta el año 928, en el que sucumbieron frente nada más y nada menos que Abd ar-Rahmán III. Cuando las tropas del nuevo califa de Córdoba conquistaron Bobastro, que era la capital del territorio de Omar, le desenterraron a fin de que sus restos fueran crucificados y expuestos a la burla del populacho de Córdoba. Como ves, esto de desenterrar a los enemigos muertos es algo muy español y muy usado a lo largo de la historia.

Si quieres saber más de este líder español del siglo X, han publicado recientemente una historia novelada que te puede interesar:




2 comentarios:

  1. Gracias Paco y enhorabuena por tu post seguiré los próximos muy atentamente. Es curioso ver cómo XI siglos después se comenten vilezas similares. Un abrazo Javier Senén

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  2. Gracias. La historia nos muestra que siempre hay personas que luchan por la libertad y son un ejemplo

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