Los fondos buitre son grandes capitales que se aprovechan de la desgracia ajena. Son fondos especulativos que nada contribuyen al crecimiento de la economía real, la que crea empleo, riqueza y paga impuestos. Porque esa es otra, los fondos buitre suelen estar radicados en paraísos fiscales o en cualquier caso consiguen una fiscalidad muy ventajosa.
Este tipo de fondos aprovechan los momentos de crisis para hacerse con los activos de un país por un valor muy inferior al del mercado. La necesidad de liquidez de los bancos, de las administraciones o de los particulares son aprovechados por estos fondos para hacer su particular agosto.
Estos fondos compran por ejemplo paquetes de créditos por un valor muy inferior a lo que realmente debe el deudor, que no consiente esta transacción y lo que es peor en ningún caso se le ha dado la posibilidad de ejercer su derecho de retracto sobre su deuda. Pongamos por caso que yo debo cien y que mi acreedor vende mi deuda a un tercero, fondo buitre, en un lote de otras muchas deudas, por quince. Sin embargo, mi nuevo acreedor me exigirá a mi los cien que debía. La ganancia del nuevo acreedor es puramente especulativa y desproporcionada, gana ochenta y cinco y lo que es peor en ningún momento el acreedor primigenio me ha dado a mi la opción de liberarme de mi deuda por los quince que realmente le ha pagado el fondo buitre. Los tribunales españoles deberían hacer algo a este respecto y conceder al menos el derecho de retracto a los deudores en caso de transmisión de sus deudas. Son las personas más humildes las principales perjudicadas por esta práctica.
El SAREB, o también llamado Banco Malo, emitió deuda por valor de 35.761 millones de euros para financiar la adquisición de los activos tóxicos (créditos impagados e inmuebles sin acabar) de las politizadas cajas de ahorro. Esta emisión fue posible gracias al aval del Estado Español, que llegado el vencimiento en 2027 deberá asumir esa deuda si el SAREB no ha sido capaz de generar ese dinero. Con lo que muy probablemente al final esta fiesta la tengamos que pagar todos los españoles, que hoy por hoy ya estamos endeudados un 120 % del valor de nuestro PIB. El contar con mucha deuda significa que hay que pagar muchos intereses y el dinero que se destina a estos pagos no va a sanidad, educación, pensiones o infraestructuras.
Pues bien, los gestores de los activos del SAREB son en parte también sociedades vinculadas a los fondos buitre, por lo que cobran sus retribuciones suculentas, y finalmente, los clientes son los propios fondos buitre, a los que se asignan los mejores activos sin posibilidad de concurrencia de aquellos españoles que quieran optar a los mencionados activos.
El principal motor hoy por hoy de la economía española es el turismo y esta herido grave. Son varias las generaciones de españoles que, desde los años cincuenta, llevan trabajando intensamente en un sector que es vital para nuestra supervivencia económica. No en balde, la sede de la Organización Mundial del Turismo esta en España desde hace décadas. En el verano de 2020 se perdieron 16 millones de turistas en comparación al año anterior y en términos de desempleo nos acerca al millón de personas.
Nuestro principal sector económico no puede ser ahora objeto de especulación por parte de los fondos buitre, que puedan hacerse por cuatro gordas con las joyas de la corona. Si ello fuera así, toda la riqueza que hoy día genera el turismo no se quedará en España, sino que se irá a entramados societarios en paraísos fiscales ajenos a nuestra prosperidad. Las administraciones españolas deberían poner ya en funcionamiento un plan para evitar que esto suceda.
Todas estas cuestiones son temas de los que no se suele hablar en los medios de comunicación, pero que son de vital importancia. La clase media esta extinguiéndose; la deuda pública esta desorbitada; nuestro economía anquilosada; con nuestra autonomía alimentaria amenazada; con una necesidad urgente de reindustrializar nuestro país; con un interior de España despoblado; una crisis demográfica sin precedentes, que amenaza nuestra supervivencia como nación; con un coste desorbitado de la energía y los suministros básicos; una presión fiscal en crecimiento para sostener un estado de las autonomías costosísimo, que sólo nos trae ineficiencia, desigualdad y enfrentamiento entre los españoles. Los próximos meses y años son vitales para empezar a revertir esta situación o para seguir por esta senda que acabará despeñándonos como nación y arruinando nuestros proyectos vitales.
Personalmente, y a pesar del diagnóstico que acabo de compartir, no pierdo la esperanza. Cada vez hay más españoles conscientes de la realidad que estamos viviendo y ese es el primer paso para resolver los problemas. Los españoles a lo largo de la historia siempre hemos sabido sobreponernos y salir reforzados de las crisis. Lo único que necesitamos es tener un poquito más de suerte con nuestros gobernantes.
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